viernes, 26 de octubre de 2012

LA LEY DE LA GRAVITACIÓN

LA VIDA EN EL FILO

Siempre los inútiles acaban rodeando a los complacientes. Es la ley de la gravitación. Observas como vuelven a tu lado por más que los alejes. Vienen buscando algo, lo de ahora, lo de antes, lo del más allá. No son capaces de hacer círculos, realizan hemisferios. Sus palabras determinan la conjugación de verbos extinguidos. No son fuego ni luz, meros artilugios.
Silbas por la calle, con las manos metidas en los bolsillos, y los encuentras por todos lados. De izquierda a derecha y de norte a sur. No están en el sur verdadero. Son amortiguadores de la palabra. De la palabra nunca auténtica, de la simplicidad. Buscas por todas partes lo infinito y encuentras cosas, reliquias. La compañía es un hecho sin forma, un accidente del pasado. La inutilidad de lo perfecto.
Todo es mentira. El hombre se preocupa de pagar la luz y llenar el depósito de gasolina. La mujer del dinero de la cartera, dando igual de dónde proceda. Y el poeta, el poeta enciende la vela de su vanidad una y otra vez, con mechero o con fuego fatuo, tanto da…y el viento siempre la apaga con mesura, pero la llama es más fuerte.
Estamos aprendiendo mucho en los últimos meses. Que la verdad está por encima de todas las circunstancias, que nadie vale nada, que nada no tiene valor. Solo vales lo que apunten tus actos. Y los hechos son falsos. Los que dicen ser amigos se preocupan exclusivamente por sus cosas, y si esas cosas están relacionadas contigo la amistad culmina cuando desapareces. Cuántos abrazos fingidos has recibido. Cuántas llamadas inertes. Cuántas menciones, algunas hasta con un calificativo que ahora repugna visceral...