martes, 5 de febrero de 2013

LA LEVEDAD Y EL PESO

AMBIENTES GUARRAMEÑOS INVERNALES

(...)  Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad.
Ése es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada. Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad.

Pero ¿es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad?
La carga más pesada nos destroza, somos deribados por ella, nos aplasta contra la tierra. La carga más pesada es por tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será.

Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su terreno, que sea real solo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes.
Entonces, ¿Qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?

Éste fue el interrogante que planteó Parménides en el siglo VI antes de Cristo. A su juicio todo el mundo estaba dividido en principios contradictorios: Luz-oscuridad; sutil-tosco; calor-frio; ser –no ser. Uno de los dos polos de la contradicción era, según él, positivo (la luz, el calor, lo sutil, el ser), el otro negativo. Semejante división entre polos positivos y negativos puede parecernos simple o pueril. Con una excepción: ¿Qué es lo positivo el peso o la levedad?

Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo

¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Solo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones.

MILAN KUNDERA