lunes, 22 de febrero de 2010

EL CARACOL - PEDRIZA ANTERIOR



Moluscos gasterópodos caracolean por este bonito risco, trío de rompededos ávidos de emociones serpentean marmóleos paños de roca , en esas ocasiones en que la sensatez te abandona y tu mente discurre por inapropiadas paradojas...

(foto superior en Nano 6b)


( Las aventurillas del peor 6c+ )



(La madre que me parió 7a )

SLDS

lunes, 15 de febrero de 2010

LA FORTALEZA (PEDRIZA)

Fortaleza como ambivalencia , estoicismo invencible o vulnerabilidad . Fortaleza de espíritu , de confianza en si mismo. Un valor que es discreto , y quien la posee no presume de ella . El fuerte reconoce su humildad igual que el sabio su ignorancia , una virtud de quien aguanta , de quien soporta , de quien resiste . Fortaleza también como resistencia frente a las adversidades y los golpes de la vida , luchando contra el deseo de poder , el deseo de prestigio y reconocimiento , la desmesura de comer y beber , absteniéndose de opinar sobre todo y de juzgar a todos . Resistencia y perseverancia que vive de la esperanza , materia de la está hecha nuestra alma. 

Muro espectacular de escalada moderna y atlética sin perder la esencia de la pedriza , muy buenas vías para guerreros de la roca , de izda. a dcha.  7b, 7b+.7c ,7a .7b, 6c








miércoles, 3 de febrero de 2010

MONTANEJOS




Un insólito Montanejos sin gentío nos recibe en este último y frio fin de semana de enero , tiempo seco pero helador. En el Barranco de la Maimona todo lo bajo esta impracticable , al igual que las pretensiones de Pared , debido a vientos patagónicos que asolan el cañón , afortunadamente Montanejos tiene muchos sectores de calidad en diferentes orientaciones .



















lunes, 11 de enero de 2010

DE NUEVO UNA OPORTUNIDAD



El nuevo año nos depara como mínimo lo esencial que emerge de ese acto instantáneo y esporádico al que solemos denominar oportunidad…hay quienes, como Einstein, dejaron escrito que toda crisis es una oportunidad, hay quienes desafían el presente para alzarse con optimismo hacia el futuro argumentando que no hay futuro que no pase por presente alguno. Nada mas lejos de la realidad, pues toda crisis (no necesariamente económica) nos hace percibir la realidad o los sentimientos bajo un prisma de diversa incertidumbre, nubarrones que confundieran cualquier misiva que nuestro cerebro nos quisiera enviar.
Sin embargo, bajo nuestra piel, independientemente de los condicionantes que nos han inmerso en esta situación concreta y de constante crispación (también en el mundo montañeril), ahí en lo más profundo, siempre remanece como fuente poderosa el antídoto a nuestros males. La lucha por la superación personal, motor de nuestra supervivencia más instintiva, la garra de saberse preso de un propio destino que se puede enderezar con las dosis de paciencia y esperanza suficientes.
La inmediatez de nuestros tiempos parece maximizar por momentos la histeria colectiva, bandazos en direcciones opuestas, ausencia de sensatez y cordura de quienes olvidan que tras cada amanecer hay un sol nuevo cada día, de quienes ejercitan el tedioso relativismo de manera inconciente o no, pero de faz especulativa e imperativa, de quienes siembran la discordia en el más absoluto inmovilismo como objetivo de supervivencia común.



Oportunidad que yace como cambio cuando los principios y la voluntad propia son capaces de transformar la realidad, cuando el potencial que el propio ser humano genera en su interior es capaz de verse reflejado en armonía y entendimiento, cuando nuestra acción se transforma en ejercicio constructivo mas allá de la demagogia y el oportunismo
Somos una cadena, un complejo sistema de interrelacionales donde cada cual debe aportar su granito. Todos sumamente importantes. Por eso hay que animar, fomentar, apoyar, transmitir y escuchar a quienes tienen algo que decir. Empezando por la juventud como esperanza de ese cambio social que muchos justifican en acciones políticas vacías de contenido.
Pretender que una ley pueda desdibujar las estructuras mentales de una sociedad y abrir sendas de progreso social es una falacia. La naturaleza es su quehacer diario nos suele trazar muchos ejemplos dignos de mención, pero nosotros, la especie que supo huir del mundo animal aun no ha comprendido que sin sembrar semillas, sin mimarlas y atenderlas, no se obtendrá cosecha alguna.
Mientras tanto, todos son palabras.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

TODOS CONTRA TODOS




En los últimos tiempos asistimos a una de las grandes paradojas del ser humano, consecuencia precisamente de uno de los mayores logros de éste, me refiero al igualitarismo… el propósito de aquella revolución, truncada por la misma naturaleza humana, fue algo noble y necesario: unir más a las personas, desacreditar las jerarquías, igualar a las gentes en el trato sin importar procedencia, clase social, profesión, etc. Algo muy loable sin duda. Pero había un riesgo implícito y la cosa se ha ido torciendo. Esas ideas, las de los años sesenta y setenta, tenían inoculado un virus letal. Pues si todos somos iguales, si todas las opiniones valen lo mismo, si ya no hay autoridades que acatar ni preceptos que observar, ¿por qué razón he de prestar yo oídos al otro, a mi interlocutor? ¿Acaso lo que él me diga valdrá más o tendrá más fundamento que lo que yo diga? ¿Realmente, es mi obligación ética escuchar al otro? Si está prohibido prohibir, si todo signo de autoridad está en entredicho, ¿cómo conceder más valor a lo que dice mi interlocutor que a lo que diga yo, mi vecino o un niño de ocho años? Nada puede extrañarnos, entre muchas otras torsiones del sentido común, el intrusismo profesional de hoy o que, en las conversaciones cotidianas, todo el mundo sepa de todo, sin reparar en mientes sobre lo que se dice de política, arte, ética, física o psicología. Al parecer, casi cualquiera de los políticos, periodistas saben tanto de economía, leyes o cualquier otro tema, que uno que lo es de veras… Sí, el arte es una metáfora de lo que está pasando, al igual que todo vale en arte, todo vale en el mundo de las ideas. Tanto da una opinión hecha a vuelapluma que una teoría filosófica o científica. Nada tiene más autoridad que nada.



También nuestro recóndito colectivo se debate a menudo en constantes y épicas disquisiciones donde cualquiera tiene autoridad moral suficiente para opinar de todo en foros y blogs, a menudo bajo dicho diálogo se esconde la innoble intención de someter al otro a nuestros criterios o deseos, sin recurrir en demasía en argumentos o razones de peso necesarios para una dialéctica basada en el respeto y la diversidad de opinión. A menudo la recusación de la autoridad, entendida como “prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia”, ha caído en el mismo saco que la autoridad despótica o dictatorial. Por miedo a ésta hemos censurado también aquélla. Algo así como matar moscas a cañonazos. El igualitarismo barre todo atisbo de humildad y nos lleva al conflicto de todos contra todos. ¿Quién se apeará del burro si nadie está por encima de nadie? Al principio de toda relación son ostensibles el acercamiento, la confianza y el “buen rollo”. Todos se abrazan fraternalmente y comen a la misma mesa. Todos a pie de igualdad y a las pocas horas ya han medrado las ojerizas y no se pueden ni ver. Se pasa del abrazo fraternal al fraticida en menos que canta un gallo.

Qué cosa tan curiosa que partiendo de tan buenos propósitos (igualdad, eliminación de las jerarquías, fraternidad… hayamos llegado a esta situación. Qué curioso que del igualitarismo original hayamos llegado a este individualismo que nos señorea y hace inaccesibles, y que, nacido del mismo espíritu democrático, casi nos impide dialogar; es decir: hablar y escuchar para entendernos mejor, no simplemente para marcar nuestro territorio, que es lo que solemos hacer. Efectivamente, hemos conseguido aniquilar los signos ostentosos de autoridad, hemos conseguido repudiar la imagen omnipotente de los grandes tiranos políticos, militares o religiosos, pero, a cambio, nos ha quedado un rosario interminable de conflictos cotidianos de todos contra todos. Ya no hay un gran tirano, un gran gallo de corral sino que todos nos tiranizamos unos a otros, gallitos todos, fieles baluartes de la máxima de que nada es mejor que nada, ninguna idea mejor que otra, ninguna teoría más digna de atención que otra. Nadie se digna ceder ante el otro. Quizá por ello asistimos a la gresca continua entre matrimonios, entre vecinos, entre padres e hijos, entre generaciones, entre profesionales y aficionados, entre alumnos y maestros, etc. Es una guerra de todos contra todos. Es la guerra de la vanidad desaforada.

Saludos y feliz año

lunes, 14 de diciembre de 2009

CONJETURAS INERTES




Cierras los ojos y ves palabras que se enmarañan. Los abres y quisieras mantenerlos en secreto, allí silenciosos, siempre austeros. Los vuelves a cerrar y se desvelan misterios del recuerdo. Los vuelves a abrir y entonces emanan gritos de nuevo amanecer.

Ya despierto, ambos quedan dispersos en la serena calma de una embarcación que no desea remar río arriba, ráfagas de viento de una ilusa inocencia que sondean un nuevo aire, tan viciado como siempre.

Nunca supe escribir, nunca conté con argumentos que me avalaran en la prosa. No supe cómo transmitir los versos que nunca fundieron mis palabras en razones y deseos. Pero siempre mantuve la misma presencia, azotada por diferentes niveles de ausencia, siempre rodeado de un aura de ignorancia. Una marea de palabras sin destino, un final sin origen ni razón, tan sólo un simple remolino de alocadas conjeturas bien sonantes.

Ajeno a la repercusión de mis dedos, el eco siempre era recibido con alegría y esperanza. No obstante, ese eco nunca me pertenecía. Recibía tantas interpretaciones como oídos fueran susurrados por mis palabras. Nada era dejado al ocaso de la razón, cada mínima expresión era orquestada al unísono del más bello ejercicio de improvisación. Libre albedrío como ser, pensamiento no envenenado a fuego lento en una cacerola de paupérrimo y servil razonamiento. Pocas son las verdades que como tal deben ser halladas y pocas son las cosas que realmente tienen significado alguno, y de entre ellas las de procedencia material son simple escaparate.

Errar es el compromiso entre lo humano y la sensatez de lo puramente inventado, pero errar es también uno de los elementos que nos permite crecer en valor. Errar es parte de la transformación cotidiana. Todo cambia, se transforma, muta.

Tal y como los sentimientos y la naturaleza de las cosas varían a lo largo del tiempo, las personas también se ven sometidas a esta ley natural. Nuestras ideas, pensamientos, la manera en la que percibimos y prejuzgamos. Todo cambia a lo largo de la vida de una persona. Cambios que muchos denominan madurez pero que no tienen porque ser cambios “acertados”, puesto que los cambios nunca pueden ser homologados por sí solos. El cambio es simplemente muestra del máximo exponente que representa “la vida”, su diversidad y pluralidad. Cambio es vida, aunque lo nuevo sea antiguo.

Ser limitados y mediocres es el destino de quienes sueñan con lo material que adorna su existencia.