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lunes, 14 de diciembre de 2009

CONJETURAS INERTES




Cierras los ojos y ves palabras que se enmarañan. Los abres y quisieras mantenerlos en secreto, allí silenciosos, siempre austeros. Los vuelves a cerrar y se desvelan misterios del recuerdo. Los vuelves a abrir y entonces emanan gritos de nuevo amanecer.

Ya despierto, ambos quedan dispersos en la serena calma de una embarcación que no desea remar río arriba, ráfagas de viento de una ilusa inocencia que sondean un nuevo aire, tan viciado como siempre.

Nunca supe escribir, nunca conté con argumentos que me avalaran en la prosa. No supe cómo transmitir los versos que nunca fundieron mis palabras en razones y deseos. Pero siempre mantuve la misma presencia, azotada por diferentes niveles de ausencia, siempre rodeado de un aura de ignorancia. Una marea de palabras sin destino, un final sin origen ni razón, tan sólo un simple remolino de alocadas conjeturas bien sonantes.

Ajeno a la repercusión de mis dedos, el eco siempre era recibido con alegría y esperanza. No obstante, ese eco nunca me pertenecía. Recibía tantas interpretaciones como oídos fueran susurrados por mis palabras. Nada era dejado al ocaso de la razón, cada mínima expresión era orquestada al unísono del más bello ejercicio de improvisación. Libre albedrío como ser, pensamiento no envenenado a fuego lento en una cacerola de paupérrimo y servil razonamiento. Pocas son las verdades que como tal deben ser halladas y pocas son las cosas que realmente tienen significado alguno, y de entre ellas las de procedencia material son simple escaparate.

Errar es el compromiso entre lo humano y la sensatez de lo puramente inventado, pero errar es también uno de los elementos que nos permite crecer en valor. Errar es parte de la transformación cotidiana. Todo cambia, se transforma, muta.

Tal y como los sentimientos y la naturaleza de las cosas varían a lo largo del tiempo, las personas también se ven sometidas a esta ley natural. Nuestras ideas, pensamientos, la manera en la que percibimos y prejuzgamos. Todo cambia a lo largo de la vida de una persona. Cambios que muchos denominan madurez pero que no tienen porque ser cambios “acertados”, puesto que los cambios nunca pueden ser homologados por sí solos. El cambio es simplemente muestra del máximo exponente que representa “la vida”, su diversidad y pluralidad. Cambio es vida, aunque lo nuevo sea antiguo.

Ser limitados y mediocres es el destino de quienes sueñan con lo material que adorna su existencia.