viernes, 8 de febrero de 2013
PILIER DU COUCHANT- TODRA MARROQUÍ -(Una clásica de archivo)
Recuerdos tiempos ha de una clásica de archivo, una escapada grupal de vacaciones sin prisas, unos objetivos difusos tanto como difusos eran sus integrantes, una aventura en estado puro. Expreso de Algeciras, barato pero incómodo, un viaje interminable con multitud de paradas. Luego de mal dormir, barco y alteraciones gastrointestinales varias debido a una mar ciertamente picada de marzo. Tánger y su agitada urbe nos reciben con un principal problema, alquilar una tartana económica para desplazarnos por el país. Más tarde visita obligada a Chauen en un fiat uno destartalado, abastecimiento obligado no sin algún percance y larga marcha hacia el sur por aquellas carreteras de intrincados parajes y corruptos gendarmes. Alguna multa y negociaciones varias de la rebaja de otras muchas. Llegamos a la montaña marroquí, unos días de nieve en altitud y marcha a unas Gorges du Todra en estado puro, malas carreteras, a menudo solo pistas, vadeos constantes de riadas recientes. El tiempo parece diferente allí, sus gentes atesoran una sensación de atemporalidad que descuadra e induce en un estado de confusión, ya sea por los motivos descritos, bien por los efectos de tan preciado polen. Se suceden días de escalada y tranquilidad absoluta... escalamos entre otras, una clásica por entonces en bruto , el Pilar de Couchant. Buena experiencia en un entorno realmente desconcertante por su extraña belleza .
Fiat uno al estilo 4x4 sometido a mil vejaciones
martes, 5 de febrero de 2013
LA LEVEDAD Y EL PESO
(...) Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad.
Ése es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada. Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad.
Pero ¿es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad?
La carga más pesada nos destroza, somos deribados por ella, nos aplasta contra la tierra. La carga más pesada es por tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será.
Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su terreno, que sea real solo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes.
Entonces, ¿Qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?
Éste fue el interrogante que planteó Parménides en el siglo VI antes de Cristo. A su juicio todo el mundo estaba dividido en principios contradictorios: Luz-oscuridad; sutil-tosco; calor-frio; ser –no ser. Uno de los dos polos de la contradicción era, según él, positivo (la luz, el calor, lo sutil, el ser), el otro negativo. Semejante división entre polos positivos y negativos puede parecernos simple o pueril. Con una excepción: ¿Qué es lo positivo el peso o la levedad?
Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo
¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Solo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones.
MILAN KUNDERA
MARRONES VARIOS
LA LEVEDAD Y EL PESO,
PARADIGMAS DEL ESCALADOR
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