lunes, 15 de abril de 2013
EL SUTIL ARTE DE LA SIMPLICIDAD
Solemos hablar de “simples “o “simplones” para referirnos a los estúpidos, los ignorantes, los mentecatos que carecen de sensatez. Todavía es muy común el prejuicio según el cual la estupidez es sencilla, y la inteligencia, compleja. En realidad suele ser al revés. Cuando la inteligencia se presenta de un modo complicado, que cuesta comprender, es que aún no está madura. Para alcanzarla plenitud debe evolucionar hacia la sencillez . Complicar las cosas es muy fácil; simplificarlas es mucho más difícil. Los mayores avances en el terreno de la filosofía, la ciencia y la cultura pueden explicarse a través de conceptos claros y simples .Lo mismo sucede en el trabajo diario o las relaciones personales: las soluciones más eficaces son siempre las más sencillas. La fascinante experiencia de una síntesis creativa(o de una intuición que ayuda a resolver un problema) nos lleva casi siempre a descubrir que la solución – después de haber dado con ella-parece obvia, pero no podemos verla porque nuestras ideas y nuestra forma de pensar eran demasiado complicadas. Necesitamos y mucho la sencillez. Aunque la tendencia imperante sigue siendo la complejidad a la situación general, no es menos cierto que en los últimos años se ha ido extendiendo la sensación de que hay que cambiar de rumbo.
Vivimos en un mundo en el que se nos impone, a cada paso, el cambio y la complicación. La gente añora la sencillez, la complejidad es una maldición, un tipo de contaminación intelectual que asfixia la claridad de pensamiento. La complejidad no es una señal de inteligencia, sino más bien el indicador de una mente hiperactiva y sin contención. Una de las razones principales de que algunos países prosperen y otros fracasen es la corrupción y la complejidad de su burocracia. El gobierno actúa como un parásito para el pueblo. En muchas ocasiones el poder usa la complicación para incrementar aún más su dosis de estupidez; o la explota deliberadamente para confundir los términos, oscurecer las interpretaciones y ocultar hechos simples tras un telón de rebuscadas apariencias. No son solo las burocracias, sino también las oligarquías, grupos de poder y camarillas quienes usan con frecuencia una jerga complicada e incomprensible para así incrementar su control sobre la gente y mantenerla subyugada. Practicar el arte de la sencillez es tan sutil y difícil como usar la inteligencia. Ambas cosa requieren dedicación, compromiso, paciencia, un análisis profundo y una curiosidad insaciable, además del cultivo infatigable de la duda. Incluso cuando damos con una respuesta clara o simple, siempre deberemos tener en mente que quizá estemos pasando por alto otro enfoque que podría ser aún más sencillo y más efectivo. GIANCARLO LIVRAGHI …. “El Poder de la Estupidez”
MARRONES VARIOS
EL SUTIL ARTE DE LA SIMPLICIDAD,
PARADIGMAS DEL ESCALADOR