La imperfección es
ese pequeño secreto que nos convierte en integrantes de una pasarela de vanidades ambulantes, un dolor
sujeto a la melancolía de un destino cuya opción nunca nos fue dada. Temor a la
brisa, al amanecer de nuestros más infieles instintos, criaturas que se
desvanecen en un tablero racional que envuelve sueños de locura. Un tiempo
finito que se ausenta, oportunidades que se disipan en el jeroglífico de la
soledad del camino. Un viaje cuya servidumbre consagra una tonelada de obstáculos
que cargamos en nuestra consciencia. Tacto que absorbe las
angustias del tiempo y las penas del ayer, suave roce que describe la paz y
solidez de la sabiduría que surca nuestros defectos. Vida efímera e imperfecta,
desdicha de los dioses y la luz eterna. Llanto y fuerza, rendición y energía.
Una lucha perenne contra nuestros instintos, una dulce derrota de amables recuerdos. Bellos son los sueños
cuya pasión genera amor a la vida, ilusiones para emprender nuevas aventuras e inquietudes para abrir la mente a este hermoso pero insufrible mundo.