"...La invariabilidad del tiempo transcurre sin miedo al menoscabo del espacio, del momento, de la vida misma. El tiempo, hacia adelante o hacia atrás, pero siempre tiempo. Tiempo que marchita, tiempo que se desvanece, inmaterial característica de la perpétua ausencia.
Vida humana, sesgo de infinitas raíces y un sólo fin, un calmo final de irremediables consecuencias, aunque rico y variado, inmenso en experencias, momentos, minutos que fueron eternos y días que fueron fugaces, balance vital de placer y dolor, de seguridad e incertidumbre.
Nada es permanente, nada material es lo suficientemente duradero como para que se deposite en ello demasiado aprecio, demasiado dolor, demasiado interés, demasiada vida.
Tiempo y vida. Vida que se evapora y emana en cada instante, en cada historia, en cada gesto… tiempo que construye viaductos de conciencia, marcas que se registran en la piel indomable de la juventud, efímera y vanidosa.
Un largo viaje en un tren de vagones desiguales. Unos lujosos, otros sin asientos, adornos de seda o piedra viva, pero un sólo viaje, un sólo tren… y muchos vagones "
Vida humana, sesgo de infinitas raíces y un sólo fin, un calmo final de irremediables consecuencias, aunque rico y variado, inmenso en experencias, momentos, minutos que fueron eternos y días que fueron fugaces, balance vital de placer y dolor, de seguridad e incertidumbre.
Nada es permanente, nada material es lo suficientemente duradero como para que se deposite en ello demasiado aprecio, demasiado dolor, demasiado interés, demasiada vida.
Tiempo y vida. Vida que se evapora y emana en cada instante, en cada historia, en cada gesto… tiempo que construye viaductos de conciencia, marcas que se registran en la piel indomable de la juventud, efímera y vanidosa.
Un largo viaje en un tren de vagones desiguales. Unos lujosos, otros sin asientos, adornos de seda o piedra viva, pero un sólo viaje, un sólo tren… y muchos vagones "