miércoles, 4 de mayo de 2011
TIEMPO QUE MARCHITA
El tiempo, sus matices, su impacto se refleja en las consecuencias de un atardecer, lentamente, con calma, con la suavidad de unos parpados que se entregan al sueño de la media noche. Se dice que el tiempo es una magnitud física, una secuencia de sucesos que establece un pasado, un presente y un futuro.
En cambio, hay quienes postulan que el tiempo no es más que el marco que define toda nuestra existencia. Un minutero que caduca con la muerte y que registramos irremediablemente cuando las arrugas surcan nuestra tez marchita con el paso de los años, cuando nos invade la vida moderna y su exceso de preocupaciones.
Tiempo de recuerdos y vivencias, imágenes que se suceden, vida que se prolonga hasta que se desvanece en la ilusión de un plan que no llegamos a comprender. Muerte, guerra, paz, amor, miedo, alegría, dolor… la vida es la magnificencia de una lucha por la supervivencia. Hay quienes sufren por cuanto sus mentes procrean y hay quienes no tienen otra opción que la impotencia de no poder esperar nada mejor. Hay quienes se rinden o claudican, los hay perezosos y activos, conservadores, tradicionalistas o incluso reformistas. El tiempo no es nada, sólo una invención del hombre para tener motivos para ir deprisa, fijar plazos para justificar su actividad, un horizonte más en el que fijar la vista y hacia el que andar sin más. Tiempo que cicatriza y recuerda, calma pero excita, duele pero cura, dista y persigue, absorbe pero olvida, juega y mata, falta y agobia… divierte pero aburre. El tiempo no cesa ni aminora su marcha.
Impasible y constante nos arrebata cada segundo contra el que luchamos en vano al reloj, tiempo perdido que corre y se evapora entre los dedos. Admirar lo bello de esta vida tiene premio. Existen numerosas miradas, tantas como personas, tantas visiones como apariencias y opiniones. Amor por la vida, maná que corre por nuestras venas y hace que nuestros ojos vuelvan a renacer, a maravillarse por la extravagancia de una naturaleza con trazos hermosos y pinceladas de gestos únicos e irrepetibles. Un tiempo que es limitado, quizás en ello consista la vida humana, aprender a envejecer y aceptar que en cada etapa de la vida nuestra fisiología y nuestro hábitat de vida marcará nuestras acciones y nuestra conciencia propia. No seguir el camino de otros, dejar el sendero de lado para intentar nuevos retos, aceptar el declive y asimilarlo con dignidad ,buscar nuevas metas, innovar y crear un sendero propio del que sentirnos satisfechos.
Slds
MARRONES VARIOS
PARADIGMAS DEL ESCALADOR,
TIEMPO QUE MARCHITA