Se me ocurren dos consideraciones en función del grado de resistencia a estas tentaciones , se puede adoptar una posición más o menos profunda o más o menos banal (y todos podemos ser algo de lo uno y lo otro en diferentes grados) ,dependerá en gran medida de la herencia genética. Esto no quiere decir que el "mercado" no tenga su papel en la configuración de lo que somos y lo que hacemos. El mercado “sobreexcita” cada uno de nuestros deseos para convertirnos en permanentes criaturas “deseantes”. Precisamente, la profundidad de una persona es más perceptible y notoria cuando está rodeada de banalidad y lucha contra ella.
A menudo podemos encontrar en nuestro deporte una ya arraigada obsesión por lucir las últimas tendencias un tanto alejadas en la mayoría de las ocasiones del uso real que se va a hacer de ellas , por supuesto no digo que esto no sea lícito pero podría redundar en una superficialidad absoluta si tenemos en cuenta todo lo que la montaña puede ofrecernos.
El mercado y la publicad pueden sacar de nosotros la parte más frívola sin duda , pues los humanos estamos muy lejos de podernos sustraer a las tentaciones de los sentidos. Sin embargo, la persona profunda suele encontrar un hueco para cultivarse, para resistirse al influjo de las ingentes tentaciones que nos rodean. Y lo hará por una necesidad vital, movido por una curiosidad insomne y una inquietud muy lejana de los objetivos mercantiles.
Sin duda todos estamos expuestos a las tentaciones del escaparate, pero algunos saben resistirse a ellas o, al menos, encontrar fuerzas y tiempo para cultivar lo mejor de sí y extraer lo mejor de la montaña en todas sus facetas...